1921-2003
Franco Corelli nace en Ancona, la bella ciudad de la región de Marche a orillas del Adriático, el 8 de Abril de 1921. El desarrollo de su vida antes de cumplir los treinta años no hacía presagiar el futuro que le aguardaba. En su familia no habían antecedentes musicales, sin embargo al joven Corelli le gustaba escuchar discos de Caruso y Gigli. Oyendo las grabaciones de estos grandes tenores fue aficionándose a cantar, por puro placer, sin ninguna pretensión. En 1950 un grupo de amigos le convence para participar, en un curso de perfeccionamiento vocal organizado por el Teatro Comunale de Florencia, consiguiendo ser admitido. La primera aria de ópera que canta es "Giunto sul passo estremo" del "Mefistófeles" de Arrigo Boito. Por aquel entonces Corelli era un tenor corto que no se atrevía con arias de fuerte compromiso en el agudo. En los tres meses de duración del curso aprende a manejar las medias voces y a mejorar su técnica de emisión. En el verano de 1951 participa, con gran éxito, en el Concurso del Teatro Experimental de Spoletto, cantando en cuatro funciones el Don José de "Carmen", que será uno de los papeles fundamentales en su carrera. En enero de 1952 debuta en la Ópera de Roma con "Giulietta e Romeo" de Riccardo Zandonai. Corelli preparó la "romanza di fiori", una de las más bellas paginas de esta ópera, escuchando grabaciones de Miguel Fleta. Así comenzaba una carrera tardía y de lento ascenso durante los primeros años, aunque ya con indudables éxitos: en 1953 coincide con María Callas cantando el Pollione de "Norma" (otro de sus grandes papeles) en Roma y Trieste. En diciembre de 1954 volverá a cantar con Callas, en la que será su primera gran oportunidad: su debut en el Teatro Alla Scala, en el papel de Licinio de "La Vestale" de Spontini, con dirección escénica de Luchino Visconti y musical de Antonino Votto.
El gran éxito conseguido por Corelli en su debut "scaligero" lanza aun más su carrera, añadiendo nuevas óperas a su repertorio: "Tosca", "Fanciulla del West", "Pagliacci" y "Aida". Se producen sus primeros debut en teatros fuera de Italia: en 1955 en el Teatro San Carlos de Lisboa con "Carmen"; en 1957 debutará en la Staatsoper de Viena con "Aída"; en el Covent Garden londinense en una "Tosca" con Zinka Milanov. El crítico Alan Blyth hacía el siguiente comentario al respecto: "hace mucho tiempo, que no tenía la ocasión de escuchar a un verdadero tenor de la escuela italiana, cuando Corelli ha abierto la boca para entonar el aria "Recóndita armonía", emitiendo un sonido que hasta entonces solo había tenido ocasión de escuchar en disco, viniéndome a la memoria la voz lírica y a la vez heroica de Giacomo Lauri Volpi.
En el transcurso de ese mismo año de 1957 debutará en el Teatro de la Zarzuela de Madrid con "Tosca", así como en el Teatro Coliseo Albia de Bilbao, con "Pagliacci", "Carmen" y "Tosca" y, a continuación, en el Teatro Campoamor de Oviedo, con "Carmen" y "Fedora". Esta última ópera la había cantado el año anterior con María Callas en unas históricas representaciones en el Teatro Alla Scala, componiendo un magnífico Loris Ipanov.
El año 1958 va a ser de gran importancia en el desarrollo de la carrera de Franco Corelli, con su debut en "La Forza del Destino" de Verdi, en el Teatro San Carlo de Napoles, con Renata Tebaldi, Ettore Bastianini y Boris Christoff, dirigidos por Francesco Molinari Pradelli y retransmisión en directo de la R.A.I.. Existe un vídeo que nos muestra el magnífico trabajo vocal y escénico de este conjunto de voces, destacando la creación que Corelli hace de Don Álvaro, que se convierte desde entonces en uno de sus grandes papeles verdianos. En ese mismo año debutará en dos óperas fundamentales en su repertorio: "Turandot" e "Il Trovatore", participando también en unas representaciones de "Il Pirata" de Bellini en La Scala, en las que de nuevo compartía reparto con María Callas. En "Il Pirata", Corelli afronta por primera vez una tesitura vocal muy aguda teniendo que llegar en ocasiones al Do4 e incluso al Re4, mostrando cómo su registro agudo se había alargado después de años de intenso estudio y trabajo vocal. El gran Corelli estaba ya en marcha, camino de convertirse en el mejor tenor del mundo.
El Manager General del Metropolitan Rudolf Bing le ofrece un sustancioso contrato para actuar en ese Teatro. Corelli en principio se resiste, continuando en 1959 sus brillantes apariciones en el Teatro Alla Scala, con "Il Trovatore", "Turandot" y "Andrea Chenier" (su creación del poeta revolucionario es extraordinaria) y la incorporación de un nuevo rol verdiano fundamental en su carrera: "Ernani". En el Teatro San Carlo de Napoles tiene lugar otro gran acontecimiento lírico: las representaciones de "Adriana Lecouvreur" de Francesco Cilea, donde Corelli compone un Mauricio de Sajonia de gran presencia escénica e imponente estatura vocal, compartiendo reparto con la más grande Adriana de la historia: Magda Olivero (con quien Corelli ya había cantado "Tosca" y "La Fanciulla del West"), bien secundados por Ettore Bastianini y Giulietta Simionatto.
En 1960 Franco Corelli es invitado por el Teatro Alla Scala para inaugurar en diciembre la temporada, el título elegido era "Poliuto" de Gaetano Donizzetti, una ópera de gran compromiso vocal, donde de nuevo iba a compartir reparto con María Callas, sin embargo, en aquellas famosas representaciones scaligeras, la gran figura era Franco Corelli. En enero de 1961 se produce el esperado debut en el Metropolitan, con "Il Trovatore", en conmemoración del sesenta aniversario de la muerte de Verdi. Compartía reparto con Leontine Price, también debutante en ese teatro. La crítica neoyorkina hizo grandes elogios de su actuación, tanto en el plano vocal como en el escénico, regalando auténticamente el rol de héroe romántico. Pocos días después Corelli cantaba "Turandot" con Birgit Nilsson. Esta ópera no se representaba en el Metropolitan desde hacía treinta años, suponiendo un gran triunfo para Corelli y Nilsson, una de las mejores parejas operísticas de la historia.
Los primeros años sesenta, se caracterizan por una importante presencia de Corelli en el Metropolitan, con ocasionales actuaciones en otros teatros (debutó en el Liceo en noviembre de 1961 con "Tosca") y puntuales presencias en la Scala, donde inaugurará cinco temporadas consecutivas (todo un récord). En 1962 la carrera de Franco Corelli se encuentra en su punto más alto cuando canta en la Scala "Los Hugonotes" de Meyerbeer, realizando una extraordinaria creación de Roaul de Nangis, el elenco resultaba inigualable, con Joan Sutherland, Giulietta Simionato y Fiorenza Cossotto. También en ese año tendrán lugar las famosas representaciones en Salzburgo de "Il Trovatore", con Herbert Von Karajan dirigiendo a la Filarmónica de Viena. En el reparto estaban Leontine Price, Ettore Bastianini, Giulietta Simionato, todos ellos cantando a un altísimo nivel y un Corelli en una de las mejores interpretaciones de su carrera, tanto en sus intervenciones solistas como en los dúos con Simionato y Price, ofreciendo momentos llenos de desgarro y emotividad que le convierten en el último gran Manrico.
Corelli cantará por última vez en la Scala en la inauguración de la temporada 64/65, con nueve representaciones de un antológico "Turandot", posiblemente el mejor de la historia, con Birgit Nilsson y la rusa Galina Visnevskaja, dirigidos por Giandrea Gavazzeni. En su despedida "scalígera" ofrecerá una extraordinaria interpretación de Calaf. El propio Gavazzeni comentaba a propósito de este Turandot: "Corelli en el I Acto terminaba la frase "O divina bellezza! O sogno! O merabiglia" con un efecto de "sfumature", que dejaba las notas materialmente colgadas en el espacio. Inigualable resultaba su interpretación en la escena de los Enigmas, así como del ""Nessun Dorma", donde Corelli alternaba la emisión en piano y forte, terminando el aria con uno de los Si naturales más hermosos oídos en ese teatro.
Después de estas triunfales representaciones "scaligeras", Corelli cantará casi exclusivamente en el Metropolitan y en las giras de este Teatro por diferentes ciudades norteamericanas, con muy escasas visitas a Europa. Durante sus quince temporadas en el Metropolitan. Añadirá nuevas óperas a su repertorio: Enzo de "Gioconda" en 1962, Rodolfo de "La Boheme" en 1964, del cual realiza una gran creación. (No se escuchaba en el Met un Rodolfo más completo desde los tiempos de Jussi Björling). Corelli realizará, también, magníficas interpretaciones de dos óperas francesas: "Romeo y Julietta", con debut en Filadelfia en 1964 y "Werther" en el Metropolitan en 1971, demostrando su gran versatilidad al afrontar muy diversos repertorios.
Durante su etapa norteamericana, Corelli llegó a ser un gran ídolo, cuando actuaba en el Metropolitan, largas colas de admiradores aguardaban su llegada y esperaban su salida. Estas manifestaciones no han vuelto a repetirse, por lo que se le puede considerar el último gran divo.
En los últimos cincuenta años, ningún tenor ha podido igualarle en la variedad de fraseo, virtuosismo, espectacularidad y capacidad para dar relieve a la palabra cantada. Estas cualidades vocales hacían de Franco Corelli un tenor idóneo para el repertorio verdiano, que cultivó con singular fortuna. Hemos mencionado sus grandes creaciones de Manrico de "Il Trovatore", y Don Alvaro de "La Forza del Destino". Cabría señalar otros personajes verdianos que cantó con gran éxito: Radamés de "Aida" (siendo uno de los pocos tenores que apianaban el Si conclusivo de "Celeste Aida..." escrito por Verdi). Magníficas son también son sus creaciones de "Ernani" (donde ofrece una auténtica lección de canto verdiano) así como de "Don Carlo". Durante los años sesenta Von Karajan intentó en varias ocasiones que Corelli cantase "Otello", lo que finalmente no hizo, pensando que podía perjudicarse su voz. El propio cantante reconocía más tarde que había sido una decisión totalmente errónea.
A mediados de los años setenta aparecen los primeros síntomas de cierto cansancio vocal. Corelli dijo después de la decisión: Sentí que mi voz estaba cansada, un poco opaca, menos brillante que antes. La vida de cantante me costó mucho; estaba lleno de aprensión y enojo. Era un manojo de nervios, no comía ni dormía. Con buen criterio Franco Corelli, después de veinticinco años de carrera, decide retirarse de los escenarios, con dos representaciones de "La Boheme" en Torre del Lago en Agosto de 1976. Finalizando una de las carreras líricas más importantes de la historia.
En 1960 Franco Corelli es invitado por el Teatro Alla Scala para inaugurar en diciembre la temporada, el título elegido era "Poliuto" de Gaetano Donizzetti, una ópera de gran compromiso vocal, donde de nuevo iba a compartir reparto con María Callas, sin embargo, en aquellas famosas representaciones scaligeras, la gran figura era Franco Corelli. En enero de 1961 se produce el esperado debut en el Metropolitan, con "Il Trovatore", en conmemoración del sesenta aniversario de la muerte de Verdi. Compartía reparto con Leontine Price, también debutante en ese teatro. La crítica neoyorkina hizo grandes elogios de su actuación, tanto en el plano vocal como en el escénico, regalando auténticamente el rol de héroe romántico. Pocos días después Corelli cantaba "Turandot" con Birgit Nilsson. Esta ópera no se representaba en el Metropolitan desde hacía treinta años, suponiendo un gran triunfo para Corelli y Nilsson, una de las mejores parejas operísticas de la historia.
Los primeros años sesenta, se caracterizan por una importante presencia de Corelli en el Metropolitan, con ocasionales actuaciones en otros teatros (debutó en el Liceo en noviembre de 1961 con "Tosca") y puntuales presencias en la Scala, donde inaugurará cinco temporadas consecutivas (todo un récord). En 1962 la carrera de Franco Corelli se encuentra en su punto más alto cuando canta en la Scala "Los Hugonotes" de Meyerbeer, realizando una extraordinaria creación de Roaul de Nangis, el elenco resultaba inigualable, con Joan Sutherland, Giulietta Simionato y Fiorenza Cossotto. También en ese año tendrán lugar las famosas representaciones en Salzburgo de "Il Trovatore", con Herbert Von Karajan dirigiendo a la Filarmónica de Viena. En el reparto estaban Leontine Price, Ettore Bastianini, Giulietta Simionato, todos ellos cantando a un altísimo nivel y un Corelli en una de las mejores interpretaciones de su carrera, tanto en sus intervenciones solistas como en los dúos con Simionato y Price, ofreciendo momentos llenos de desgarro y emotividad que le convierten en el último gran Manrico.
Corelli cantará por última vez en la Scala en la inauguración de la temporada 64/65, con nueve representaciones de un antológico "Turandot", posiblemente el mejor de la historia, con Birgit Nilsson y la rusa Galina Visnevskaja, dirigidos por Giandrea Gavazzeni. En su despedida "scalígera" ofrecerá una extraordinaria interpretación de Calaf. El propio Gavazzeni comentaba a propósito de este Turandot: "Corelli en el I Acto terminaba la frase "O divina bellezza! O sogno! O merabiglia" con un efecto de "sfumature", que dejaba las notas materialmente colgadas en el espacio. Inigualable resultaba su interpretación en la escena de los Enigmas, así como del ""Nessun Dorma", donde Corelli alternaba la emisión en piano y forte, terminando el aria con uno de los Si naturales más hermosos oídos en ese teatro.
Después de estas triunfales representaciones "scaligeras", Corelli cantará casi exclusivamente en el Metropolitan y en las giras de este Teatro por diferentes ciudades norteamericanas, con muy escasas visitas a Europa. Durante sus quince temporadas en el Metropolitan. Añadirá nuevas óperas a su repertorio: Enzo de "Gioconda" en 1962, Rodolfo de "La Boheme" en 1964, del cual realiza una gran creación. (No se escuchaba en el Met un Rodolfo más completo desde los tiempos de Jussi Björling). Corelli realizará, también, magníficas interpretaciones de dos óperas francesas: "Romeo y Julietta", con debut en Filadelfia en 1964 y "Werther" en el Metropolitan en 1971, demostrando su gran versatilidad al afrontar muy diversos repertorios.
Durante su etapa norteamericana, Corelli llegó a ser un gran ídolo, cuando actuaba en el Metropolitan, largas colas de admiradores aguardaban su llegada y esperaban su salida. Estas manifestaciones no han vuelto a repetirse, por lo que se le puede considerar el último gran divo.
En los últimos cincuenta años, ningún tenor ha podido igualarle en la variedad de fraseo, virtuosismo, espectacularidad y capacidad para dar relieve a la palabra cantada. Estas cualidades vocales hacían de Franco Corelli un tenor idóneo para el repertorio verdiano, que cultivó con singular fortuna. Hemos mencionado sus grandes creaciones de Manrico de "Il Trovatore", y Don Alvaro de "La Forza del Destino". Cabría señalar otros personajes verdianos que cantó con gran éxito: Radamés de "Aida" (siendo uno de los pocos tenores que apianaban el Si conclusivo de "Celeste Aida..." escrito por Verdi). Magníficas son también son sus creaciones de "Ernani" (donde ofrece una auténtica lección de canto verdiano) así como de "Don Carlo". Durante los años sesenta Von Karajan intentó en varias ocasiones que Corelli cantase "Otello", lo que finalmente no hizo, pensando que podía perjudicarse su voz. El propio cantante reconocía más tarde que había sido una decisión totalmente errónea.
A mediados de los años setenta aparecen los primeros síntomas de cierto cansancio vocal. Corelli dijo después de la decisión: Sentí que mi voz estaba cansada, un poco opaca, menos brillante que antes. La vida de cantante me costó mucho; estaba lleno de aprensión y enojo. Era un manojo de nervios, no comía ni dormía. Con buen criterio Franco Corelli, después de veinticinco años de carrera, decide retirarse de los escenarios, con dos representaciones de "La Boheme" en Torre del Lago en Agosto de 1976. Finalizando una de las carreras líricas más importantes de la historia.
Al dejar los escenarios, Corelli devino en un famoso maestro de canto en Nueva York, algo irónico en un hombre que durante su carrera desdeñó a los maestros de canto. Aceptó en pocas ocasiones, luego de su retiro, alguna participación en conciertos en 1980 y 1981. Murió en Milán en 2003, a los 82 años, después de haber sufrido un derrame cerebral a principios de ese año. Fue enterrado en el Cementerio Monumental de Milán.